Debemos construir ciudades y territorios en sintonía con las comunidades

Junto a un grupo de investigadores hemos estado estudiando en los últimos 5 años los conjuntos habitacionales obreros del sur de Chile: la cuenca del carbón en Lota, Schwager y Pilpilco; los poblados textiles de Bellavista y Carlos Mahns en Tomé y los poblados obreros en Valdivia y Magallanes.

Estos barrios arrastran el impacto de la desindustrialización en Chile tras la implementación de políticas neoliberales y de apertura económica por parte de la dictadura cívico-militar de Pinochet; desmantelando el proyecto industrializador y reformista del Estado de mediados del siglo XX. En la región del Biobío esto se tradujo a partir de los años 80 en el cierre o declive de diversas industrias y la abrupta pérdida de fuentes laborales de las comunidades que habían crecido a su alero.

A pesar de sus problemas actuales, estos lugares expresan, aún hoy, un ‘sentido de lugar’ e identidad urbana en estrecha conexión con las comunidades que los sustentan. Esto se deduce a partir de nuestro trabajo investigativo con las organizaciones comunitarias y sus propias luchas para obtener designaciones que les permitan preservar sus barrios; combatir el desinterés y la burocracia de algunas entidades estatales; y la destrucción de su patrimonio por parte de algunas empresas inmobiliarias.

Estos casos nos llevan a reflexionar: ¿es la arquitectura una profesión que trata exclusivamente de formas cuya creación nos causa placer y nos vincula con el arte y la técnica? ¿Es sólo un eslabón más de la industria inmobiliaria? Pienso que no; y en ese sentido pienso que la enseñanza de la arquitectura tiene la importantísima responsabilidad de preparar a los futuros profesionales que enfrentarán cotidianamente estas tensiones, por lo demás no siempre excluyentes. Y que es precisamente en las escuelas de arquitectura donde se debe relevar la indisoluble conexión entre la arquitectura y las comunidades que la habitan y la hacen suya.

Las múltiples caras de la profesión no hacen sino confirmar las implicancias profundamente políticas de nuestras acciones como arquitectos: nada de lo que hagamos es neutro, apolítico. Influir sobre el hábitat de otros nada tiene de neutro. No podemos olvidar el impacto de nuestras acciones; ya sea para reducir, mantener, o amplificar las consecuencias de la pobreza o de las profundas brechas de desigualdad de nuestras ciudades.

Estas brechas en las últimas semanas han movilizado a millones de personas en Chile. No, no es el índice de Gini únicamente, sino también las diversas manifestaciones de desigualdad en los territorios y ciudades lo que nos debe motivar a reflexionar como arquitectos y arquitectas.

En la Facultad de Arquitectura, Construcción y Diseño de la Universidad del Bio-Bio el estallido social ha sido una oportunidad para construir espacios de reflexión. En las mesas de trabajo del 19, 20 y 21 de noviembre se han desarrollado triestamentalmente algunas propuestas fundamentales para propender, como arquitectos y arquitectas, hacia la construcción de ciudades y territorios en sintonía con las comunidades que las habitan; aspectos de esperamos animen el espíritu de la nueva constitución.

Entre las principales propuestas surgió definir un derecho a una vivienda digna que cumpla con estándares éticos definidos, evitando de esta manera la vergonzosa construcción de conjuntos que promueven el hacinamiento y los guetos de pobreza urbana. También se definió el derecho equitativo a habitar en ciudades integradas e inclusivas con estándares de cantidad y calidad de equipamientos e infraestructuras urbanas, espacios públicos y áreas verdes, evitando también la vergonzosa disparidad entre los barrios para ricos y barrios para pobres que hemos llegado a naturalizar.

Por otra parte, se habló de la responsabilidad del Estado y de sus instrumentos de planificación para entender integralmente el territorio y el paisaje como un patrimonio natural de todos y todas, e incorporarlo a procesos de planificación ecosistémica. Y finalmente, el deber también del Estado de abrir instancias efectivas (no meramente formales) de participación territorial —con un enfoque inclusivo e intercultural— de manera que las comunidades puedan incidir en el desarrollo de sus barrios y comunas; en igualdad de condiciones que los agentes económicos o las administraciones públicas

Dirán que esto es pura utopía. Tal vez. Pero qué tal si, como nos dice Galeano, “deliramos por un ratito, qué tal si clavamos los ojos más allá de la infamia, para adivinar otro mundo posible”.

Este artículo forma parte de una alianza entre ArchDaily y Mujer Arquitecta para conocer la opinión de arquitectas y urbanistas sobre la crisis social de 2019 en Chile.

Crisis Social en Chile | ArchDaily en Español

En el contexto de la crisis social de Chile, ArchDaily realiza una serie de conversaciones y colaboraciones de diversos especialistas urbanos y territoriales para entender el impacto en nuestras ciudades y el aporte de nuestra disciplina.

Sobre este autor/a
Cita: María Isabel López. "Debemos construir ciudades y territorios en sintonía con las comunidades" 16 dic 2019. ArchDaily México. Accedido el . <https://www.archdaily.mx/mx/929955/debemos-construir-ciudades-y-territorios-en-sintonia-con-las-comunidades> ISSN 0719-8914

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